La historia tiene mucha grandes personas. Muchas personas cambian al mundo entero. Algunos hasta cambian el mundo dos veces, pero una persona ha cambiado el mundo muchas veces. Esa persona es María, la madre de Jesús. Nunca ha habido una visita que Nuestra Señora ha hecha a alguien que su belleza no los deje sin palabras y con la mirada fija. Dios la ha hecha hermosa. Todo de ella era perfecto y ella sabía que todo era de Dios. Ella siempre siguió los caminos de Dios y lo que él la llamaba a hacer. Una de las famosas veces, ella cambio vidas en un pequeño pueblo en México.
Todo empezó el 8 de diciembre de 1531. Han pasado diez años desde que la capital Azteca de Tenochtitlan se callo bajo los Españoles. Un nativo Mexicano nombrado Juan Diego estaba caminando por un cerro llamado Tepeyac hacia la iglesia. Mientras estaba escuchando el cantado de los pájaros, la Sagrada Madre se le apareció. Nuestra Señora le dijo “hijo mío, Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿A dónde vas?” Él le contesto, “Señora y niña mía; tengo que llegar a tu casa de Tlatelolco, a seguir las cosas divinas que no enseñan nuestros sacerdotes. Entonces ella revelo su propósito, “Quiero mucho y deseo vivamente que en este lugar me levanten mi templo, para en el mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio, y defensa, pues yo soy vuestra piados madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas, y dolores. Ve a la casa del obispo en México, y le dirás como yo te mando como mi mensajero, para que le hagas presente como yo deseo mucho que aquí me haga una casa.” El obispo, Fray Juan de Zumárraga y sus asociados no creyeron lo que Juan Diego dijo.
Juan Diego regreso al cerro pensando en rendirse, pero María se le apareció otra vez y lo convenció a regresar con el obispo otra vez. Una vez más el obispo no le creyó, pero porque él estaba determinado, el obispo le pidió una prueba de su existencia con evidencia. Entonces el regreso a la virgen y ella le dijo que regresara al próximo día.
Juan estuvo ocupado todo el lunes porque su tio, Bernardino, se estaba muriendo de fiebre. En la mañana del martes, diciembre 12 de 1531, Juan corrió al convento de San Santiago por un sacerdote que le diera consuelo espiritual a su tio. Juan Diego trato de evitar la Señora. Ella de todos modos lo encontró y le dio un mensaje de fe y esperanza. Ella le dijo que regresara al cerro y ella le daría pruebas que el obispo necesitaba. El subió al cerro e inesperadamente encontró flores, aunque era invierno. El recogió muchas rosas en su tilma. Luego el regreso. Nuestra Señora acomodo las rosas y le dijo que “la mantuviera intocadas y no vistas hasta que llegara con el obispo.” Cuando el llego con el Obispo Zumárraga, Juan desdoblo su tilma y todas las rosas salieron, frescas y mojadas de roció. Juan se sorprendió cuando el obispo se arrodillo enfrente de el, “¡en una figura de tamaño natural la Madre Virgen, tal como la describió Juan brillaba en la tilma!”. Al mismo tiempo, María se la apareció al tío de Juan Diego y lo curo. La imagen de Santa María de Guadalupe tiene su propia historia. Su vestido es de color rojo que representa la sangre derramada de sacrificios. Este es el color del dios, Huitxilopochtli-Sol, quien daba vida pero en cambio pedía sangre humana. Los mexicanos creen que el color rojo es el color del este, donde sale el sol en victoria después de morirse en la noche. Ella también trae el rojo para representar resurrección y nueva vida. El ángel que la sostiene demuestra realeza y el comienzo de una nueva era. Los rayos del sol detrás de ella muestran que es mejor que el dios sol de los nativos, pero no destruye el sol. El que ella este parada en la luna también demuestra que es más poderosa que el dios luna, pero otra vez escoge no destruirlo. Su cara y cuerpo muestran que ella no es Española, pero de su propia raza. También muestran que ella es joven con ojos maduros y una sonrisa compasiva. Sus ojos miran hacia abajo, para mostrar que ella ve hacia la tierra y su gente. Ella lleva un cinto de maternidad negra que representa que ella va a dar a su hijo al mundo.
Ahora la tilma de Juan Diego, que nunca ha demostrado algún tipo de decaimiento, está en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México. Más de 10 millones de gente han visitado la basílica incluyendo al Papa Juan Pablo II quien ha visitado cuatro veces. Fue en la Basílica en el 2002 cuando Juan Diego fue canonizado por el Papa Juan Pablo II. Esta fue la misma visita a México cuando el bendijo la estatua de Nuestra Señora que está en el Santuario de San Francisco Javier y Nuestra Señora de Guadalupe, aquí en Grand Rapids, Michigan.
El Santuario de San Francisco Javier y Nuestra Señora de Guadalupe puede profundizar nuestro entendimiento de Nuestra Señora e influirnos de muchas maneras. Debemos de tratar de ser como estas dos personas por medio de peregrinajes y evangelización. Debemos de tener el propósito de estar llenos de amor, compasión, útiles, mejorar en defender y proteger a Nuestra Señora, Dios, y los demás. Debemos esforzarnos para conectarnos con nuestro santuario al predicar, celebrar la liturgia, y escuchando y entendiendo la palabra de Dios. El Padre José Quintana dice que de todo esto se trata nuestro santuario. Nuestro santuario puede convertirse en un lugar maravilloso de adoración si es que seguimos estas cosas importantes de ser un santuario.
Brendan M. – 7º grado, Joseph B. – 8º grado, BriAna R. – 8º grado, y Katie P. – 8º grado